Ayer fue San Valentín y como nos gusta ser originales hemos
esperado hasta hoy para publicar un artículo “relacionado” .
Casi todos conocemos a personas que una vez que han empezado
a compartir la vida con alguien y han empezado a engordar de forma incontrolable (y su pareja también) y es que “porqué cuidar la línea si ya no estoy en el
mercado”.
En ésta ocasión queremos acercaros algún estudio al respecto
de cómo nos afecta que una persona cercana a nosotros empiece a comer bien.
En la Universidad de Connecticut se escogieron 130
voluntarios (con sobrepeso u obesidad entre 25 y 75 años) para un estudio. De
las parejas uno debía tener un BMI (Body Max Index) entre 27 y 40 kg/m2 y su
pareja igual o superior a 25 Kg/m2.
65 de los participantes siguieron un programa de adelgazamiento
durante 6 meses que incluía reuniones grupales y herramientas online.
Otros 65 participantes recibieron un poco de información
sobre comida saludable, ejercicio físico y estrategias para controlar el peso y
fueron animados a intentar perder peso por su cuenta.
Pasados meses las
personas que seguían el programa habían bajado más peso que los que perdían
peso por su cuenta 7,4 vs 3,4 libras ( 3,35 kg vs 1,54 kg) o 3,6% vs 2,1 % de
su peso inicial.
En ese período las parejas que no seguían un tratamiento
bajaron una media de 3,2 libras (1,45 Kg) 1,5% de su peso inicial.
Pasados los 6 meses la diferencia entre los dos grupos se redujo,
en el caso de las personas del programa no habían bajado un peso significante
respecto a los que iban por su cuenta 9,5 vs 6,8 libras (4,3 kg vs 3,8 kg) 4,5%
vs 3,2% de su peso inicial.
Sus parejas perdieron una media de libras (1,8 kg) lo que supone un 2% respecto
a su peso inicial.
Conclusión:
A pesar de que no es una gran pérdida de peso nos surge la
siguiente pregunta, esas parejas que no habían recibido directamente
información ¿habrían perdido peso por su cuenta si sus parejas no hubiesen
adelgazado? Viendo la tendencia seguramente no sólo no hubiesen adelgazado sino
que hubiesen engordado.
Los investigadores que llevaron a cabo éste estudio lo
bautizaron como el “Ripple effect” .
Suena muy bien, pero ¿será tan fácil?
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